Asistí a una charla muy enriquecedora sobre cómo el deporte y la alimentación impactan de manera significativa en nuestra salud. Durante la charla, la Dra. Laura Vidal, oncóloga, y Marta Culebras, cocinera con un profundo conocimiento en nutrición saludable, compartieron datos y consejos muy valiosos. Me entusiasma ver que cada vez más profesionales de la salud promueven un enfoque holístico e integrativo, aunque todavía hay mucho por mejorar. Por ejemplo, la oferta nutricional en los hospitales sigue siendo un área que necesita atención.
Uno de los temas principales fue la detección temprana del cáncer de mama y cómo el deporte y una alimentación saludable pueden reducir significativamente el riesgo de desarrollar esta enfermedad. Se hizo especial énfasis en la importancia de modificar los hábitos, incorporando opciones prácticas como, caminar 30 minutos diariamente, de introducir alimentos beneficiosos para la salud, particularmente en mujeres premenopáusicas y menopáusicas, quienes experimentan cambios en los niveles de estrógenos, responsables de síntomas como sofocos, insomnio y osteoporosis.
Aportaron cifras relevantes, como que practicar ejercicio moderado entre 2 y 5 horas a la semana, como bailar, hacer yoga o pilates, puede reducir el riesgo de cáncer de mama en un 30%. Si además se combina con una alimentación adecuada y se añaden 1-2 horas de ejercicio cardiovascular, el riesgo se reduce en un 50%. En particular, el yoga y la meditación ofrecen beneficios considerables, ya que ayudan a disminuir los niveles de cortisol. Este dato es especialmente importante, ya que en los países industrializados estamos expuestos a un estrés crónico que incrementa los niveles de cortisol, lo que conlleva una inflamación latente en el cuerpo.
Las prácticas de yoga, como la respiración consciente, la relajación, el movimiento y la filosofía yóguica, además del canto de mantras, inciden positivamente en nuestra vida. Estas prácticas actúan sobre el sistema nervioso al estimular el sistema parasimpático, vinculado al nervio vago. Este sistema se encarga de la regulación de las fases de descanso y regeneración, tanto del cuerpo como de la mente, lo que también impacta en una mejor gestión de nuestras emociones.
En cuanto a la nutrición, se subrayó la importancia de reducir al mínimo el consumo de productos ultraprocesados, harinas refinadas, grasas poco saludables (como el aceite de girasol y de palma) y azúcar añadido. Este último a menudo está presente en productos sin que seamos conscientes, a menos que revisemos cuidadosamente los ingredientes. Recomiendo visitar la página sinazucar.org, que muestra de manera visual cuántos terrones de azúcar añadido contiene cada producto. Esta herramienta fue muy útil para mí cuando comencé a informarme sobre la alimentación hace casi 20 años, y me ayudó a ser más consciente de mi consumo de azúcar. Además, recientemente descubrí que ahora cuentan con una aplicación de inteligencia artificial que permite escanear el código de barras de los productos para evaluar su valor nutricional. Aunque aún no la he utilizado, compartiré mis impresiones cuando lo haga.
Es recomendable sustituir la harina blanca por alternativas como harina de almendra, espelta o garbanzo. También se mencionaron otras prácticas saludables, como freír un huevo en una sartén con agua en lugar de aceite, o elaborar refrescos con recetas fáciles y caseras. Se destacó la importancia de introducir alimentos antioxidantes, ricos en fibra, así como el consumo de té verde. También se recomendó consumir una naranja entera en lugar de solo el zumo, ya que este último provoca picos en los índices glucémicos.
Este tipo de información y herramientas son fundamentales para tomar decisiones más conscientes sobre nuestra salud, y me motiva saber que el enfoque holístico en la medicina sigue ganando terreno, respaldado por la evidencia científica.